Kinam es una práctica milenaria del México antiguo, que se define como “un arte para armonizar el cuerpo y el espíritu”. Consiste en un conjunto de técnicas y ejercicios de origen mesoamericano, que ayudan a conectar, equilibrar y fortalecer tanto el cuerpo físico, como la mente y la energía que conforman al ser humano, por lo que se le considera una práctica psicofísica.

El término Kinam es una abreviación del verbo náhuatl Kinatia, que se refiere a aplicar una fuerza para conseguir el equilibrio. Deriva de la raíz Kin, que significa poder y en la lengua maya le da nombre al Sol.

La práctica de Kinam se basa en las antiguas posturas toltecas de poder, que canalizan, concentran, movilizan y distribuyen la energía a través de cuerpo, mente, emociones y energía vital, para brindar bienestar en todos los niveles y, al mismo tiempo, conectar con nuestras raíces, a través del legado del antiguo Anáhuac.

Aunque implica el movimiento y la fuerza y elasticidad del cuerpo, Kinam también es una práctica que trabaja desde el interior. En este sentido, es una disciplina con esencia meditativa, pues nos permite conectar con el ser interno, al abrir un canal de percepción y sentir como la energía del cuerpo se moviliza para generar cambios en la mente, las emociones, los pensamientos, la energía y el sentir.

Las posturas que se realizan en Kinam están orientadas a los cuatro rumbos, además, cada una tiene un significado y relación con los cuatro elementos de la naturaleza, por lo que, al realizarlas, se practica también un ritual de gratitud hacia la madre Tierra y sus elementos, así como una conexión con ellos.

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